2013-02-08

ESCÁNDALO SANITARIO EN EL REINO UNIDO



EL PAIS - 6/2/13
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Cameron pide perdón por el mayor escándalo sanitario en Reino Unido


Entre 400 y 1.200 personas murieron por negligencias “espantosas” en cuatro
años

El primer ministro británico, David Cameron, ha pedido hoy disculpas
públicas por las negligencias “verdaderamente espantosas” que se tradujeron
en la muerte innecesaria de centenares de pacientes en uno de los hospitales
públicos del Reino Unido. Su comparecencia ante la Cámara de los Comunes se
ha producido poco después de la difusión de las conclusiones de una
investigación sobre el maltrato sistemático a los pacientes de un centro
sanitario de Staffordshire (centro de Inglaterra), privados en algunos casos
incluso de agua y alimentos, y que se tradujo en una inusual y altísima tasa
de bajas mortales entre 2005 y 2008.

El personal del servicio de sanidad pública (NHS, en sus siglas inglesas),
es decir, los médicos, enfermeras y gestores, deberá afrontar sanciones
penales si encubren sus errores o los de sus colegas en el trato que
dispensan al paciente, según las recomendaciones de la investigación
dirigida por el abogado especialista en negligencias médicas Robert Francis.
Las cifras de mortalidad registradas por el hospital en aquel periodo
superaron las previsiones estadísticas entre 400 y 1.200 personas y, si bien
resulta imposible establecer que habrían sobrevivido con mejor atención y
tratamiento, sí se ha confirmado que cuando menos fueron víctimas de una
gestión que primaba “la consecución de objetivos económicos por encima de la
calidad del servicio”.

El escándalo mayúsculo, que saltó a la palestra en 2009, ha sido objeto
desde entonces de cinco investigaciones que se saldaron con una crítica a
los patéticos estándares hospitalarios, el abandono voluntario de algunos de
sus gestores y ninguna sanción expresa. Y ello a pesar del tremendo relato
de los horrores de cómo las recepcionistas determinaban quién era o no
aceptado para su ingreso, de la falta de formación de las enfermeras para
usar los equipos o la inexperiencia de algunos médicos a los que se
encomendaron pacientes en estado crítico. Tanta era la dejadez, que a veces
la bandeja con el almuerzo o la cena era depositada fuera del alcance del
paciente que yacía en la cama.

Un informe concluye que el hospital de Staffordshire primó lo económico

La presión de los familiares de esos pacientes maltratados, exigiendo un
examen en profundidad del sistema para buscar soluciones y dirimir
responsabilidades, ha forzado esta última encuesta oficial que el Partido
Conservador prometió en su programa electoral y Cameron hizo efectiva en
cuanto ocupó Downing Street. Su resultado, sin embargo, conforma un catálogo
de nada menos que 290 recomendaciones que se resumiría en el establecimiento
de un código más férreo de conducta, el reforzamiento de los controles del
personal y, como explicó el primer ministro, la creación de un cuerpo de
inspectores para velar por unos centros sanitarios “limpios seguros y en los
que se cuide a los pacientes, no de meros espacios de gestión burocrática”.
Se apunta a los errores de gestión, desde los máximos responsables hasta la
base, pero no habrá mayores consecuencias más allá de la severa censura.

Si bien es cierto que el caso no puede imputarse directa o únicamente a la
mengua de los recursos económicos que el NHS viene encajando en los últimos
años —porque el trato inhumano a aquellos pacientes carece de toda
justificación— también debe subrayarse que ese contexto idílico que
ambiciona Cameron aparece muy difícil en los actuales tiempos de recortes
drásticos. Las recomendaciones con las que se ha saldado el veredicto sobre
el hospital de Staffordshire, y que el Gobierno quiere aplicar en todos los
centros del sistema, suponen un alivio para los responsables del
Departamento de Sanidad, que temían la demanda de otra costosa reforma del
NHS que finalmente no deberá ejecutarse. Porque esa declaración de buenas
intenciones que contiene la enésima investigación del caso no se centra en
la exigencia de un personal cualificado y suficiente numéricamente (lo cual
significa inversión en la sanidad pública), sino que pone el acento en el
comportamiento individual de cada trabajador independientemente de las
condiciones laborales. Y estas, a tenor del gasto sanitario del próximo
presupuesto del Gobierno, no parecen nada halagüeñas.
El personal sanitario afrontará sanciones penales por ocultar errores.