2007-03-19

MERCADO Y SALUD: REPERCUSIONES EN LOS PACIENTES



MERCADO Y SALUD: REPERCUSIONES EN LOS PACIENTES

Con los hospitales privados, usted termina pagando con su dinero y con su vida
(P.J. Devereaux)

Las transformaciones que se vienen produciendo en la gestión y organización de los sistemas sanitarios públicos desde los años 90, han dado lugar a dos posiciones enfrentadas:

La de los que defienden la postura de que hay que aplicar criterios empresariales para mejorar su eficacia, eficiencia y efectividad; disminuir globalmente los costes en la gestión y en la producción de cuidados sanitarios; (racionalización, flexibilización); diferenciar las prestaciones en básicas y complementarias y recortarlas; crear mecanismos de “competencia” entre proveedores; privatizar la gestión o la prestación sanitaria, etc., todo ello con la “amenaza” de que si no, no será posible ni mantener los sistemas públicos sanitarios, ni garantizar la prestación futura de los servicios.

Esta línea ideológica, sostiene que mientras la financiación sea pública la sanidad seguirá siendo pública y que las transformaciones solo persiguen mejorar la atención a la población mediante la contratación de los mejores servicios, aunque sean proveedores privados, o mejorar la gestión de los servicios sanitarios públicos para que resulten lo más baratos posibles. Este sector afirma que el problema de los sistemas sanitarios no radica en la falta de recursos públicos sino en su gestión; que es más barato contratar recursos privados que construir infraestructuras públicas, e incluso que el incremento del presupuesto sanitario no mejorará la eficiencia de la sanidad pública.

Como resultado de este planteamiento, la administración ha desarrollado determinados instrumentos: importación de técnicas de gestión empresarial; separación de funciones de financiación y prestación de servicios; financiación de los centros sanitarios según actividad realizada; contratación a tiempo parcial de personal sanitario fundamentalmente; incremento derivaciones a sector privado; externalización de servicios; aplicación de las “nuevas formas de gestión”; reducción de camas hospitalarias públicas, etc.

Por otra parte se sitúan los que denuncian que los modelos de gestión privada no mejoran su funcionamiento e incrementan las desigualdades en el acceso, por lo que la aplicación de dichas medidas solo buscan deteriorar el sistema para posteriormente justificar su privatización. Además, no es sostenible que el hecho de que mientras la financiación sea pública, es decir la pagemos entre todos con nuestros impuestos, la sanidad sea por lo tanto pública. La sola financiación pública no garantiza el carácter público de la sanidad, ya que si quedan en manos de la iniciativa privada el control de las políticas sanitarias, pasan a un segundo plano los objetivos sociales de equidad, frente a los de consecución de beneficios económicos. Además, la gestión privada conlleva el abandono de aquellas actividades como las preventivas y de promoción de la salud, que no mueven grandes cantidades de dinero, ni tecnología de alto coste, no rentables económicamente en el momento de su aplicación, pero si a largo plazo.

La aplicación de modelos empresariales no mejora la eficiencia

La eficiencia se refiere a menores costes con igual calidad, reducción de los tiempos de espera, garantía de continuidad de la atención, en definitiva, mayores logros en salud, lo que se podría resumir como una mejor relación coste-efectividad sin afectar negativamente a la equidad y accesibilidad al sistema.

Tras más de una década de aplicación de modelos privatizadores en los sistemas sanitarios de países occidentales con modelo Beverige o Sistema Nacional de Salud (Gran Bretaña, España, Suecia..), no se ha podido demostrar en la práctica, que la introducción de la estas nuevas formas de gestión mejoren la eficiencia de la atención sanitaria (1). Tampoco en países cuyo modelo sanitario es el Bismark o de Seguros Sociales (Alemania, Francia, Holanda..) la aplicación de la competencia tampoco ha logrado demostrar éxito a nivel empresarial (2). Respecto a los países de la antigua órbita soviética, en los que el proceso de privatizaciones ha sido más brutal (provocando alarmantes deterioros de los indicadores de morbimortalidad de la población), la realidad es que independientemente de la falta de libertades “formales” existente en dichos paises, la asistencia sanitaria estaba garantizadas de forma gratuita, por lo que la mayoría de los ciudadanos se refiere al período soviético, añorando aquellos sistemas de salud que, por lo menos funcionaban (3).

Cada vez más autores ponen en duda la mejora de la eficiencia con la introducción del mercado, ya que, además, la información para lograr evaluaciones objetivas es “muy difícil de reunir y depende de las afirmaciones o percepciones de los gerentes y administradores” (4).

En el caso español, el estudio comparativo entre hospitales públicos y fundaciones hospitalarias que atienden a estructuras poblacionales similares, demuestra que las fundaciones basan su modelo en un ahorro de costes, logrado a costa de una menor actividad (menos ingresos, intervenciones quirúrgicas, consultas y urgencias atendidas por 1.000 habitantes), una mayor derivación de pacientes a otros centros (posibilidad de aplicación de selección de riesgos), y una selección de actividades de menor riesgo. El estudio concluye que dicho modelo no demuestra una mayor eficiencia que los centros públicos estudiados, que los costes por habitante y año son inferiores en las fundaciones; que tienen menor número de camas, de profesionales y de quirófanos por 1.000 habitantes, etc. (5).

Los costes totales son más elevados en los modelos privados

La información contrastada disponible demuestra que los modelos privados basan su estrategia en el ahorro de costes en gastos clínicos y de personal.

En el estado español., la comunidad con más recursos privados es Catalunya (alrededor del 70 % de las camas son privadas), siendo cíclicamente deficitaria (necesitando inyecciones financieras estatales para sobrevivir). Este encarecimiento del modelo privado está producido por la necesidad de mantener altos niveles de marketing para captar pacientes, incremento de gestores y sus emolumentos, etc, mientras que las plantillas de trabajadores son inferiores a las del sector público (3,1 sanitarios por cama en el sector público frente a 1,1 en las privadas). En Galicia se ha demostrado una sobrefacturación en las fundaciones respecto a los propios centros públicos (cateterismo y stend en MEDTEC 765.000 pts, frente a las 215.000 pts en un centro público). Las fundaciones gallegas presentaban unos costes por estancia superiores a los de hospitales públicos del mismo nivel, y eso que la patología atendida en las fundaciones es de menor complejidad y por tanto, de menor coste.

Varios estudios internacionales han demostrado que los hospitales con ánimo de lucro son entre 3 % a 11 % más caros que los centros públicos. Los centros privados gastan menos en personal y las estancias son más cortas, pero, debido a que tienen más costos administrativos, servicios auxiliares y en remuneraciones de altos directivos (en 1995 el 25 % de los administradores de la multinacional sanitaria Columbia /HCA recibieron incentivos por valor del 80 % de sus salarios), sus costos totales son más altos (6).

Los modelos privados llevan inevitablemente aparejado el problema del incremento de los costes de transacción y los gastos administrativos (hipertrofia de mandos intermedios, sistemas de control….). Así, el sistema sanitario de EEUU soporta unos costes de administración del 25 % del gasto total; en Alemania, “los costos administrativos del seguro privado de enfermedad son más elevados” (2); en Gran Bretaña el gasto administrativo se disparó tras la reforma Tatcher del 4 % al 12 % del PIB. En la misma línea en Nueva Zelanda, en el periodo de aplicación de este sistema de mercado, los costes administrativos subieron del 2 % al 10 % del presupuesto total en salud.

Por lo tanto, no sólo se gasta más en los modelos de mercado, sino que el dinero acaba desviándose de la atención a los pacientes hacia los gastos administrativos (hipertrofia de la burocracia).

La gestión privada de la sanidad incrementa los riesgos para los pacientes y empeora los indicadores sanitarios.

La utilización intensiva del personal (jornadas de 12 horas /día), su inferior especialización, el recorte de plantillas, la falta de formación continuada y el funcionamiento de dichos servicios como “talleres de reparación” sin controles de calidad , incrementan vertiginosamente los riesgos. Así en MEDTEC (empresa privada creada por el gobierno gallego dentro del hospital público Meixoeiro) la falta de controles provocó una serie de muertos por “aspergillus” en sus quirófanos en el año 1998, aspecto que no ocurrió en los quirófanos de utilización pública del mismo hospital.

En la sanidad catalana concertada, diversos estudios han demostrado el incremento, posiblemente innecesario, de determinadas intervenciones quirúrgicas banales (cataratas, varices, vesícula..) hasta el doble que en los hospitales públicos, y con estructura de población similares . Dicho incremento podría ser debido al pago por acto médico (por número de intervenciones) a los cirujanos de los centros concertados, en lugar de percibir salarios fijos como en la pública.

Fuera de nuestro país, el ejemplo mas claro es de nuevo Gran Bretaña. Las reformas introducidas por conservadores y laboristas coinciden curiosamente con incrementos de los niveles de mortalidad, así en enero del 2.000 una auditoria pública reconocía un incremento de 5.000 muertes al año debido al aumento de infecciones hospitalarias. Mientras otras 15.000 personas fallecían semanas después de recibir el alta por complicaciones provocadas por los recortes presupuestarios en medidas de seguridad básicas y medicamentos, así como por la falta de camas. Otra auditoria reconocía un aumento de 10.000 muertos por año directamente relacionadas con el descenso del número de médicos y personal de enfermería. El déficit de oncólogos provocó que Gran Bretaña fuera en los últimos años de la década de los 90 el país de Europa con peores tasas de supervivencia frente a enfermedades como el cáncer.

La gestión privada conlleva inevitablemente la selección de riesgos

Quien vende servicios sanitarios en un mercado inevitablemente obtiene incentivos económicos a cambio de recortar presupuestos y / o, aumentar los beneficios a costa de los pacientes. La propia empresa privada intenta ”sancionar” este objetivo mediante parafernalias del tipo “racionalizar el gasto”......, aunque acabe por reconocer los peligros para los pacientes de los mercados internos “el principal problema que surge al implantar los mercados internos de competencia pública con relación a la equidad es la aparición de actividades de descremado de la demanda. Los proveedores intentan seleccionar a aquellos individuos que suponen una menor utilización de recursos y dedicarse a aquellos servicios con mejor tasa de retorno” (7).

Además la selección de riesgos puede aplicarse tanto desde la oferta (no asumiendo los servicios costosos y no rentables -unidades de quemados, trasplantes, etc-) o desde la demanda (derivando a los no rentables o otros centros, dando altas prematuras, o incluso creando incentivos económicos que potencien la “resolución de los problemas en la urgencia”, con lo que se evita el ingreso).

La selección adversa realizada con los pacientes que más gasto realizaban, fue una de las razones por las que los laboristas británicos se vieron obligados a desmantelar el sistema de médicos de atención primaria detentadores de presupuestos (fundholders), y por tanto, la competencia entre ellos para captar clientes, ya que se creó una importante alarma social debido a la selección de riesgos puesta en marcha.

En la selección adversa rige la lógica empresarial: obtención del máximo beneficio, lo que en sanidad conlleva discriminar entre categorías de riesgo, dividiendo el mercado entre aquellos considerados con alto riesgo de enfermedad y aquellos con bajo riesgo. En esta dicotomía, los pacientes más necesitados de asistencia sanitaria son a su vez los más débiles socialmente (ancianos, crónicos, niños, inmigrantes, enfermedades raras o complejas..),y por tanto, los que consumen más recursos económicos. Dichos pacientes no incrementan lógicamente la cuenta de resultados de las empresas privadas, por lo que por lo general son “desviados” hacia los centros públicos.

Los indices de morbimortalidad son más altos en los hospitales privados que en los públicos

Hay multitud de estudios que han demostrado el incremento de las tasas de morbilidad y de mortalidad al aplicar modelos privatizadores. Así Aiden (2002), ha demostrado que las complicaciones y la mortalidad se elevan en relación inversa al número de enfermeras hospitalarias, incrementándose un 7 % por cada paciente más por enfermera en la hospitalización.

Otro estudio, realizado con datos de 183 hospitales británicos entre 1991-1995 (con las reformas privatizadoras ya en marcha), demostraron que la mortalidad se relacionaba con el número de médicos por cama y el número de médicos por 100.000 habitantes. Así, un incremento de 9.000 médicos más repercutió en una reducción de 5.000 muertes anuales (8).
En varios estudios realizados en EEUU se encontró que las tasas de mortalidad eran entre un 6 % y un 7 % más bajas en hospitales públicos que en privados de similares características. Incluso los grandes hospitales universitarios (casi todos ellos públicos), tienen tasas hasta un 25 % más bajas. Otros estudios han encontrado tasas más altas de complicaciones postoperatorias en privados.

En otro estudio de la Universidad de Pensilvania, se demostró que en EEUU mueren al año 20.000 personas por haber ingresado en hospitales con exceso de cargas de trabajo debido al recorte de plantillas de enfermería. De esta forma, los estadounidenses que se someten a cirugía de rutina corrían un riesgo 31 % mayor si lo hacen en hospitales que tengan una grave deficiencia numérica de enfermeras (9)

La apertura de hospitales bajo el modelo PFI en Gran Bretaña, ha coincidido con el incremento de las infecciones hospitalarias (las debidas a MRSA entre las más altas de Europa), posiblemente debido a varios factores: descenso en los últimos 18 años del número de limpiadoras en el NHS (de 67.000 limpiadoras a tiempo total a 36.000 en la actualidad): alta rotación y escasez de camas; altas prematuras; niveles muy elevados de ocupación; carencia de suficientes instalaciones de aislamiento; etc todos ellos relacionados con la política de empresarialización de la sanidad. La situación ha llegado al punto de que según informes recientes, alrededor de 100.000 pacientes contraen infecciones hospitalarias anualmente en GB, de los cuales 5.000 fallecen por esa causa, costando al NHS 1 billlón de libras esterlinas los tratamientos necesarios (10).

Por su parte la NAO (Organización Nacional de Auditorias), informó en noviembre de 2005, que durante el año 2.004 se produjeron un millón de negligencias médicas, que provocaron 300.000 afectados por infecciones hospitalarias facilmente prevenibles y 2.000 muertos, estimando el costo en 4.500 millones de €. Este incremento podría tener relación con la empresarialización de los centros y el escaso número de médicos por 1.000 habitantes (de los más bajos de la UE).
El 20 % de los británicos enfermos de cancer de pulmón no pueden ser tratados eficazmente , ya que debido a los largos plazos de espera que han debido de soportar, su cancer ha avanzado demasiado (11) Curiosamente, mientras los indicadores sanitarios británicos caen, los costes operativos de los hospitales (transformados de trust a fundaciones y autorizados a obtener ganancias e invertirlas) se han incrementado entre un 5% y un 12 % según los establecimientos (12)

Otro estudio de la Universidad de McMaster (Hamilton, Canada) demostró q ue si en Canada se sustituyese el modelo de hospitales públicos por otro de hospitales privados con fines lucrativos, se produciriá anualmente un incremento adicional de 2.200 muertes más (13).

Los mismos autores han demostrado también el incremento de la mortalidad en centros de hemodialisis privados respecto a los públicos. Analizando los indices de mortalidad de más de 500.000 pacientes que recibian atención en centros de diálisis de EEUU, con fines lucrativos y no lucrativos, el estudio encontró un riesgo de muerte un 8 % más en los privados lucrativos, de forma que si los estadounidenses recibieran la atención en centros privados no lucrativos (no ya públicos siquiera) en lugar de privados lucrativos, aproximadamente 2.500 vidas se salvarían anualmente. “la razón del porcentaje más alto de fallecimientos se debe a que los centros privados lucrativos deben dedicar entre el 10 y el 15 % de sus costos a satisfacer a sus accionistas y a pagar impuestos”. “Si Canada cambiara sus centros de diálisis públicos por centros privados con animo de lucro, aproximadamente 150 pacientes más fallecerían al cabo del año” (14)

También la atención a pacientes terminales sigue el mismo esquema. Se ha demostrado que la atención privada provee menos servicios (menos cuidados de fisioterapia, de medicina y enfermeria, de atención inniterrumpida....) y de peor calidad en pacientes terminales cuidados por personal de entidades privadas lucrativas (15)

Payment for care at private for-profit and private not-for-profit hospitals: a sistematic review and meta-analysis, P.J. Devereaux et al. JAMC, junio 2004)

El pago por servicios conlleva alto riesgo de sobreutilización innecesaria e intencionada de servicios

Si el sistema de pago es capitativo, son posibles la aplicación de medidas disuasorias para la utilización del hospital (a menor número de intervenciones sanitarias, mayor ahorro y por tanto mayores beneficios para la empresa de turno), pero si los hospitales responden a un presupuesto ligado a facturación por el sistema de pago por proceso (“por acto médico”), se podrán incrementar los beneficios realizando muchas pruebas (ya sean pruebas diagnósticas, intervenciones quirúrgicas…..), quizás más de las debidas, pudiéndose producir un incremento de los riesgos para los pacientes. Es decir, se estarían potenciando más las intervenciones episódicas y menos los cuidados continuados (que no suelen facturarse individualizadamente), aparte de que el pago por proceso favorece la cantidad sobre la calidad.

Otros estudios también se ha demostrado, que otro de los efectos perversos de la aplicación de las reglas del mercado, es el aumento del número de hospitalizaciones (aumentar la productividad) sin tener en cuenta si son o no apropiadas (16).

La conversión del personal sanitario en empresario posibilita la aparición de corruptelas.

El Comité de Cuentas de la Cámara de los Lores hizo público hace unos años un informe referido al período 1997-1998 en el que se reconocía que los médicos de atención primaria (en el modelo británico médicos detentadores de presupuesto que funcionan como pequeños empresarios y que gestionan los gastos que producen sus pacientes), habían falsificado los datos inflando sus listas con 2 millones de pacientes inexistentes para obtener más dinero. La alarma social fue tan importante, que el gobierno laborista se vio obligado a suprimir el modelo de médicos con presupuestos.

En general, existe un planteamiento para incrementar los incentivos de aquellos médicos generales actúen como guardianes eficaces de la atención especializada, filtrando e “incrementando la capacidad resolutiva” de la atención primaria, para evitar la utilización de la urgencia hospitalaria por los pacientes (y por tanto reducir el gasto de atención especializada que es mucho más elevado).

En EEUU se encontró que los hospitales privados inflaban los reembolsos a Medicare (el sistema gratuito de atención a los mayores sin recursos), así como habían incrementado la facturación a costa de modificar los GRD (los GRD más complejos se facturaban más caros) (17) .

La iniciativa privada no garantiza la continuidad de la atención sanitaria.

El mercado no puede garantizar por si solo la continuidad de la provisión de los servicios: ¿quién actúa si una empresa sanitaria quiebra o tiene pérdidas?: la Administración (ejemplos: Jiménez Díaz, Hospital General de Catalunya, Hospital de Alzira…).

En el momento en que los beneficios empresariales no son los esperados, la iniciativa privada no ningún reparo en abandonar el negocio (caso Alzira..). Incluso, si se fuerzan criterios de calidad y los proveedores ven caer sus beneficios, pueden abandonar el negocio (ante la aplicación de criterios de calidad más estrictos y por tanto reducción de los beneficios, los propietarios de residencias de la tercera edad de Gran Bretaña decidieron cerrar los negocios y aprovechar el incremento del valor de los edificios para venderlos: pacientes en la calle). Es decir los contratos con proveedores privados no protegen a los pacientes de los vaivenes del mercado (18).

La competencia rompe la complementariedad

La introducción de la competencia entre hospitales para captar “potenciales clientes exige técnicas de marketing y contar con tecnología punta en todos los centros (estar “a la última para competir”), necesariamente provoca inflación de costes y exceso de tecnología, duplicidad de aparataje, etc. Además la información en sanidad es asimétrica: el paciente no dispone de información sobre cual es el mejor servicio sanitario por lo que en la práctica el usuario no tiene posibilidad de elegir, en todo caso es el médico el que dispone de información sobre la mejor atención (además, si realmente existiera libertad de elección, por razones obvias no todos podríamos elegir ni al “mejor especialista ni al mejor hospital”).

En Gran Bretaña se pasó de un modelo de planificación central, colaboración y complementariedad a una división del NHS en 100 autoridades regionales sanitarias; casi 4.000 médicos con presupuesto y 400 trust hospitalarios. Provocó desintegración, desaparición de la colaboración, lucha entre si por los fondos, corruptelas...

CONCLUSIONES

La introducción del mercado en países occidentales no ha supuesto ni la mejora de los sistemas, ni de los problemas que se pretendían solucionar (listas de espera, reducción del gasto…). El ejemplo más clarificador es de Nueva Zelanda, país en el que se provocó una crisis sin precedentes en el modelo sanitario: a partir de 1984 se pusieron en marcha reformas con la pretensión de controlar el gasto sanitario con la creencia de que el mercado era capaz de conseguir mayor eficiencia. Los resultados no fueron los esperados (se dejaron de lado los problemas de salud de la población;; las encuestas indicaban que el 90 % de la población estaba en contra del sistema) y en 1993 se intentó profundizar en el modelo privado. Sin embargo en 1997 ante el fracaso del experimento privatizador el gobierno de coalición liderado por los laboristas se vio obligado a suprimir la separación de las funciones de compra y provisión, es decir, tuvo que desandar el camino y recuperar el modelo de sistema sanitario regulado (se crearon en 2001, 21 distritos sanitarios que gestionan la asistencia sanitaria de forma coordinada) (19).

En Canadá, tras el inicio de un proceso similar de privatización, difrerentes expertos concluyeron en recomendar que se adoptara un modelo integrado, abandonando las iniciativas de los años 90 dirigidas a la mercantilización, la privatización, la competencia entre proveedores, o el pago por acto médico, sin embargop, la llegada de los laboristas en varios gobiernos provinciales ha provocado un incremento de la aplicación de los modelos PPP/PFI, aún en contra de las promesas electorales (Alberta, Quebec, Columbia Británica...).

En Gran Bretaña a partir de 1987 se inició la creación del mercado interno, convirtiendo los hospitales en trust y a parte de los médicos de atención primaria en médicos que gestionaban un presupuesto de sus pacientes, incluido el tratamiento quirúrgico y hospitalización de sus pacientes (médicos empresarios, fundholders). El fracaso y la corrupción del modelo de fundholders provocó que el gobierno laborista se viera obligado a eliminarlos a últimos de 90.

Escocia y Gales han decidido abolir en los próximos 2 años todos los trust (tanto de especializada como de primaria), terminando con el experimento de división entre financiación y provisión y del propio mercado sanitario (18, Fisher).

En general, la introducción del mercado y la competencia han dado malos resultados y han incrementado las desigualdades, suscitándose controversias entre la opinión pública, lo que ha llevado a que países como Suecia, Noruega, Finlandia hallan optado por un cambio de rumbo.

No son aplicables por tanto las leyes del libre mercado a la atención de la salud. La competencia no aumenta la eficiencia ni baja los costos, sino que por el contrario puede subir estos últimos sin producir una mejora de la eficiencia.

“Se está conformando un nuevo sistema de valores en la sanidad, convirtiendo a médicos y resto del personal en instrumentos de los inversores, y viendo así a los pacientes como mercancías” (Wollhandler )

NOTAS
(1) Reformas institucionales en la sanidad. Ochando Claramunt, Carlos, Cuadernos de Política Económica, volumen 9, abril 2005.
(2) Estrategias actuales en los regímenes de seguro de enfermedad de Alemania, Francia, Japón y Países Bajos, Henke, K., Iniciativa de la AISS, agosto 2004. “resulta difícil evaluar empíricamente las repercusiones que la competencia tiene en dichos países. Hasta, ahora, las cajas de enfermedad en Holanda y Alemania no han logrado influir en los parámetros decisivos de la competencia, como las tasas de cotización, los servicios prestados y la calidad de los mismos…”
(3) La privatización en las economías en transición. ISP, 1997. En Moldavia a últimos de los 90 se inició el despido de la mitad de los 45.000 trabajadores de la sanidad: “Los enfermos vienen al hospital con sus propios alimentos, ropa de cama...” “Las mujeres temen tener hijos porque cuesta 18 dólares visitar un centro de salud con el niño...”..
(4) Public-private relationships and performance in service provision, Batley R., Urban Studies 1996.
(5) Nuevas formas de gestión: las fundaciones sanitarias en Galicia. Sanchez Bayle, M. Y Martín García, M. Documento de trabajo 43/2004, Fundación Alternativas.
(6) Wollhandler, S.; When money es the mission. The high cost of investor owned care, New England Journal of Medicine).
(7) Los nuevos instrumentos de la Gestión Pública, Colección de Estudios Económicos, número 31, La Caixa, 2003).
(8) Jarman, B. BMJ 1999, 318: 1515-1520).
(9) www.world-psi.org
(10) (UNISON, 2005)
(11) Join-Lambert, O. Le NHS: une institution pérenne en pleine transformation, Chronique internationale de l’ires, nº91, Noisy-le-grand, noviembre 2004).
(12) Pollock, A. The privatisation of our health care, Verso, Londres, 2004) .
(13) J.Devereaux, A systematic review and meta-analysis of studies comparing death rates between investor owned private for-profit and private not-for-profit hospitals) Canadian Medical Association Journal • Mayo, 2002.;
(14) Comparison of mortaliyt between private for-profit and private not-for-profit hemodyalisis centers, JAMA, november 20, 2002, vol 288, No. 19)
(15) Patients receive fewer services from for-profit rom for-profit hospice providers, Medscape News April 28, 2004, Med Care. 2004;42:432-438 Reviewed by Gary D. Vogin, MD)
(16) Bach, S. Tendencias de las reformas sectoriales de salud en Europa y sus repercusiones en la gestión de recursos humanos).
(17) Boletín Temas de Salud, A.M.M. B. A., Año 6, nº 53, 1999.
(18) Salud y Globalización, FADSP, 2005.
(19) Or, Zeinep, Papers OECD, 2002.